Nota del blog: Continuamos con las publicaciones sobre Pedro Pomar tomadas de la página http://www.serviraopovo.wordpress.com, aclaramos que la traducción es responsabilidad nuestra.
FRP
En ocasión del 104 aniversario del natalicio del gran dirigente comunista camarada Pedro Pomar – 23 de setiembre de 1913.

Pedro Pomar
Publicado en la Revista Problemas N° 4 – Noviembre de 1974
La clase obrera y todos los oprimidos del mundo conmemoran este año el 30 aniversario de la gran Revolución de Octubre.
Treinta años han pasado desde aquellos días heroicos en que el proletariado ruso bajo la dirección del Partido Bolchevique, del gran Partido de Lenin y Stalin, alcanzó la victoria sobre el capitalismo y abrió para la humanidad entera las puertas de un nuevo mundo, el mundo del socialismo, de la nueva sociedad libre de la explotación del hombre por el hombre.
Tres décadas han pasado, y, a pesar de todo cuanto ya hicieron de grande, de extraordinario, de altamente humano los pueblos soviéticos, lo que hoy vemos en el mundo capitalista es el mismo odio, más sistemático tal vez, y más desesperado también, la misma rabia impotente de treinta años pasados con que los magnates del capitalismo recibieran la primera grande y definitiva victoria del proletariado. Sucede con la gran Revolución de Octubre lo que se da también con Marx y el marxismo que, con el correr de los años, son cada día más odiados y perseguidos por el capitalismo en decadencia y desesperación.
Marx elaboró el arma teórica, la ciencia social del proletariado, ciencia universal, así como internacional o mundial. Fue también la gran Revolución de Octubre, que, como dice Stalin, “señala un cambio radical y profundo en la historia de la humanidad, un cambio radical y profundo en los destinos históricos del capitalismo, un cambio radical y profundo en el movimiento de liberación del proletariado mundial, un cambio radical y profundo en los métodos de lucha y en las formas de organización, en los hábitos de vida y en las tradiciones, en la cultura y en la ideología de las masas explotadas del mundo entero”.
Ese cambio radical y profundo en nuestros días es más sensible que antes, ahora, cuando conmemoramos el trigésimo aniversario de la gran Revolución Socialista, que en cualquiera de sus aniversarios anteriores. Es que la guerra contra el nazismo no sólo reveló a los pueblos la fuerza de la nueva sociedad socialista, sino también, con la victoria, abrió para toda la humanidad una nueva época de desarrollo pacífico, de transición para el socialismo, a través de las democracias progresistas, por nuevos caminos específicos para cada pueblo. Esta posibilidad de desarrollo pacífico para el socialismo es el elemento nuevo traído por la victoria de los pueblos sobre el nazismo, elemento nuevo que, como siempre sucede, lucha aún por la victoria contra lo viejo que quiere sobrevivir, el imperialismo que se vuelve por eso cada día más agresivo y desesperado.
“En consecuencia, dice la declaración de los nueve Partidos Comunistas europeos reunidos en Varsovia, pasaran a existir dos campos, el campo imperialista y anti-democrático que busca establecer el dominio mundial del imperialismo norte-americano y la destrucción de la democracia y el campo democrático anti-imperialista, cuyo objetivo fundamental es destruir el imperialismo, fortalecer la democracia y eliminar los remanentes del fascismo”.
La división del mundo en dos campos bien marcados, separados por una fosa que se hunde cada día, es sin duda, lo que hay de nuevo en este instante en que el proletariado, todos los explotados y oprimidos, los hombres que aman el progreso y la paz, conmemoran y festejan el 30 aniversario de la gran Revolución de Octubre.
Esa división del mundo en dos campos, el “imperialista y antidemocrático” y el “democrático anti-imperialista” señala, sin duda, el momento que atravesamos, es el hecho nuevo señalado por el acontecimiento histórico que fue la reunión en Varsovia en setiembre último, de los dirigentes de los nuevos y más importantes partidos comunistas del continente europeo. Esa división del mundo en dos campos, hecho nuevo ahora muy claro, no surgió inesperadamente en el escenario mundial, sino resultó del natural desarrollo de los acontecimientos, a consecuencia de la propia victoria sobre Alemania y Japón y ya tenía sus raíces en la diferencia de objetivos con que se unieron para la guerra contra el nazismo las dos grandes potencia capitalistas, Gran Bretaña y Estados Unidos, y el poderoso Estado socialista, la URSS, éste, luchando fundamentalmente por la restauración y consolidación del orden democrático, por la eliminación del fascismo, contra cualquier posibilidad de nueva agresión y por el establecimiento de una paz duradera, mientras que aquellos tenían por objetivo principal de guerra la eliminación del competidor alemán o japonés del mercado mundial y la consolidación de su posición dominante. Guerra de liberación; la guerra contra el nazismo, no dejaba de ser, sin embargo, una guerra imperialista también para aquellos que sueñan con el dominio del mundo, de los mercados y de las fuentes de materia primas, y que desean la explotación de todos los pueblos.
La derrota militar del nazismo no fue, por eso, acompañada de la total eliminación política e ideológica del fascismo. Por el contrario, los años de post guerra trajeron la lucha cada día más acentuada entre los que todo hacen en el sentido de conseguir la eliminación de los remanentes del fascismo y de su base material, y aquellos que no escatiman esfuerzos para salvarlos, resguardarlos e inclusive, como viene sucediendo cada día con mayor frecuencia y descaro, utilizándolos contra el avance de la democracia en el mundo entero. Fue en ese proceso, de un lado la Unión Soviética y los países democráticos procurando destruir el fascismo, el capital financiero reaccionario y consolidar la democracia, y, del otro lado, los Estados Unidos y Gran Bretaña luchando por el fortalecimiento del imperialismo e intentando estrangular la democracia, utilizando para eso todos los medios, inclusive el rebrote fascista, fue en ese proceso que se delimitaron, hasta llegar a la nitidez de hoy, los dos campos en que se divide hoy el mundo.
El avance democrático
Es cierto que la victoria sobre el nazismo trajo un rápido y poderoso avance democrático en el mundo entero. Los pueblos de Europa del Este consiguieron liquidar las bases económicas de la reacción, nacionalizar la gran industria, dividir la tierra, castigar a los principales traidores al servicio de los nazis, y, así, crear instituciones nuevas, realmente democráticas y progresistas. En otros países de Europa surgieron grandes partidos comunistas de masas con cientos de millares y millones de miembros, “poderosos representantes de amplios sectores de la población, profundamente enraizados en sus propios países y dirigidos por hombres capaces” como dice Stalin al diputado laborista inglés Ziliacus en la discusión que mantuvo con él. Los pueblos coloniales comenzaron a obtener grandes victorias en la lucha por la independencia nacional e igualmente en América Latina, a pesar de su inmenso atraso económico y político, las viejas dictaduras, que habían servido a Hitler y posteriormente se entregaron a los banqueros yanquis, tuvieron que ser sustituidos por nuevos gobiernos que pueden contar con algún apoyo popular y capaces de satisfacer, en la medida de los posible, las formas democráticas y constitucionales. En Brasil, por ejemplo, el señor Dutra, Ministro de Guerra de la dictadura, el Condestável del Nuevo Estado, como lo llamó Vargas, condecorado por Hitler e Hiroito, pasó a ser presidente constitucional de una República representativa… de cualquier manera, sustancial y verdaderamente, y apenas aparentemente, era la democracia que avanzaba como consecuencia inevitable de la victoria de los pueblos sobre el fascismo, militarmente batido en Europa, en Asia, en el mundo entero. Y creció en todos los países las fuerzas organizadas del proletariado, que se unen a escala mundial, en la gigantesca Federación Mundial de los Sindicatos en la que se afilian los representantes de más de 70 millones de trabajadores organizados. Y las mujeres demócratas se unen también en la gran Federación Mundial para luchar por la paz y por el completo aniquilamiento político e ideológico de los remanentes peligrosos del fascismo. Y la juventud une también sus fuerzas en la esperanza de impedir nuevas guerras y consigue a través de su Federación Mundial de la Juventud Democrática una tan impresionante manifestación de fuerza universal de lucha por la paz, por el progreso y la independencia de cada pueblo, como la reciente concentración juvenil de Praga, fiesta simbólica de alegría, coraje y confianza en el futuro en pleno corazón de Europa hace tan poco tiempo oprimida bajo a bota sangrienta de la Guestapo.
Con la derrota militar del nazismo avanza la democracia por el mundo entero. La Unión Soviética, a pesar del esfuerzo desprendido en los duros años de guerra, dos millones de vidas perdidas, de la destrucción sufrida en su suelo, recupera rápidamente su economía de paz y, mal terminada la guerra, inicia la ejecución de un nuevo plan quinquenal de proporciones inéditas. Ya en los grandes países capitalistas victoriosos, especialmente en Gran Bretaña y en los Estados Unidos, mucho menos fácil se torna esa vuelta, de la economía de guerra a la de paz, reconversión económica que los magnates del imperialismo tratan de hacer a costo de sacrificio de las grandes masas trabajadoras, de los obreros de las metrópolis imperialistas y de lo pueblos cuya explotación quieren aumentar. La situación económica de Gran Bretaña se torna cada vez más grave y, debido a eso, día a día mayor sometimiento político del orgulloso imperialismo inglés a los banqueros de Wall Street.
Es verdad que la derrota militar del nazismo sacudió al imperialismo en su conjunto y modificó la correlación de fuerzas sociales en el mundo entero a favor del proletariado, de la democracia y del socialismo. Pero del gran embate fue, sin duda, el imperialismo yanqui aquel que, del lado capitalista, salió más reforzado con una nueva y más alta concentración de capital, con una poderosa industria en un nivel técnico más elevado y en condiciones de desafiar cualquier competencia en la lucha por el predominio absoluto del mercado mundial. Sin embargo es claro que en el régimen capitalista ese aumento rápido de la productividad trae en su seno todos los elementos de una nueva crisis cíclica cada día más próxima. A la enorme producción norte-americana no corresponde ningún aumento de la capacidad de consumo de la población del país, que necesita así, buscar mercados en el exterior en las condiciones nuevas del mundo después de la guerra, con una Europa empobrecida por la guerra, con muchos de sus pueblos luchando enérgicamente por el desarrollo de sus propias industrias, con una China en plena inflación y conflicto con la política de traición de Chiang-Kai-Shek y el resto del mundo en condiciones económicas nada mejores. Es evidente, sin duda, la creciente gravedad de la crisis general del capitalismo y de ahí la agresividad cada vez mayor del imperialismo, especialmente del imperialismo yanqui que se levanta hoy como el centro de la reacción mundial, de la lucha por el dominio absoluto del mundo –el viejo sueño de Hitler- ahora la aspiración de los magnates de Wall Street que sustentan y dirigen la política expansionista y guerrera de Truman y Marshall.
La actitud agresiva del imperialismo
Es en ese cuadro que se va desarrollado la actividad particularmente agresiva del imperialismo yanqui.
“Esta actividad, como afirma la declaración de la Conferencia de Varsovia, es desarrollada simultáneamente en todas las direcciones –en la dirección de las medidas militares estratégicas-, de expansión económica y de lucha ideológica”.
Es conocida la actividad guerrera del imperialismo, la distribución sistemática de sus fuerzas armadas por los demás países, el intento de subordinar a su comando el completo control de las fuerzas armadas de los países del Continente americano, la ampliación y consolidación de bases militares por todo el mundo, la preocupación en que se entrega la fabricación de armas cada vez más poderosas y ofensivas y la investigación científica dedicada al mismo fin, sin ocultar por el contrario, la pretensión de escandalizar para asustar la actividad de sus técnicos en el terreno de la energía atómica así como la guerra química y bacteriológica.
En el terreno de la expansión económica, íntimamente relacionada con los esfuerzos continuados por el predominio político, es visible, al lado de los planes para la esclavización económica y política de Europa, lo que viene haciendo el imperialismo norte-americano en China, en Indonesia y particularmente en América Latina. Solo el fuerte apoyo económico, político y militar del gobierno de los Estados Unidos viene retardando la victoria del pueblo chino sobre el gobierno incapaz y traidor de Chiang-Kai-Shek; sin el apoyo norte-americano habría sido imposible al gobierno holandés volver a atacar a los pueblos libres de Indonesia. En América Latina la expansión económica del imperialismo norte-americano es cada vez más descarada y viene acompañada de cerca y en escala creciente de intervención política abierta, como sucede aún ahora en Chile y en Brasil, cuyos gobiernos se entregan sumisos a sus patrones de Washington y Wall Street.
En cuanto a la lucha ideológica basta acompañar lo que se escribe en la prensa norte-americana casi totalmente al servicio de los provocadores de guerra como tan bien probó de manera concreta y objetiva, en su monumental discurso en la Asamblea de las Naciones Unidas, Vishinski, jefe de la delegación soviética. La preparación ideológica para la guerra y para la lucha terrorista contra los comunistas, odiados por el imperialismo por ser los vanguardistas en la lucha por la paz, por la democracia y la independencia de sus pueblos, es particularmente sensible aquí en Brasil, cuya prensa, especialmente en la Capital de la República, fue la que, sin duda, más bajo descendió en esa tarea infame de instrumento del capital reaccionario para la preocupación ideológica de la guerra imperialista.
El discurso de Truman, el 12 de marzo de 1947, justamente en la ocasión en que se reunieron en Moscú los Ministros del Exterior de las cuatro grandes potencias, marca el inicio de la contraofensiva imperialista, más vigorosa y descarada, en una tentativa violenta y algo desesperada de alertar sobre el avance democrático en el mundo entero. Todas las tentativas anteriores, desde las maniobras en la Conferencia de Potsdam, las tentativas de ruptura en Londres y después en la Conferencia de Paz en París ningún fruto habían dado y las fuerzas democráticas continuaban el avance victorioso, consiguiendo poco a poco consolidar sus posiciones. El 12 de marzo, Truman se quita definitivamente la máscara para declarar que el gobierno norte-americano está dispuesto a auxiliar con dinero y armas, con técnicos y políticamente también a todos aquellos que, especialmente en Europa, querían luchar contra los pueblos en marcha para el progreso, contra la democracia y el socialismo, entregarse a la “protección” explotadora y colonizadora del capitalismo norte-americano. Millones de dólares fueron desde luego puestos a disposición de los fascistas griegos y de los políticos reaccionarios en Turquía. Y el sonar del dinero imperialista consiguió que las clases dominantes en Francia y en Italia retiraran a los comunistas de los puestos de gobierno, al mismo tiempo que el sobrante fascista en el oriente europeo intensificaba su actividad conspirativa contra los gobiernos populares y progresistas de aquellos países. El imperialismo retomaba, sin duda, la iniciativa e intentaba impedir en todas partes el proceso democrático y asimismo hacer retroceder las fuerzas del progreso y de la democracia. En América Latina, son los comunistas desde luego separados del gobierno de Chile y del Partido Comunista de Brasil ve anulado su registro electoral y restringida su actividad legal.
La práctica, entonces, mostró la poca eficiencia de los métodos y del lenguaje estúpido de Truman. El gobierno monarco-fascista de Grecia sin apoyo popular se desenmascaró definitivamente como lacayo del imperialismo sometido a los agentes de Truman y con eso se amplió rápidamente la base popular y nacional de los guerrilleros griegos que se vuelvieron cada vez más fuertes. No fueron mejores las conspiraciones al servicio del imperialismo en Hungría, en Yugoslavia, en Rumania o en Bulgaria. El Partido Comunista pasó rápidamente de 3ero a 1er partido en Hungría, gracias al rápido desenmascaramiento de los traidores húngaros al servicio de Truman, y en Bulgaria el oro y la presión imperialista solo consiguieron agravar la situación del traidor Petkov, ahorcado por el Tribunal de Justicia del pueblo búlgaro.
El fracaso del Plan Truman, la dificultad que creaba para los “patriotas” y “socialistas” europeos que debían ponerlo en práctica, determinaron su sustitución por algo menos claro, más insidioso, capaz de encubrir mejor sus verdaderas intenciones imperialistas y de facilitar a los Bevin, a los Ramadier y De Gasperi, la tarea infame de entreguistas de sus pueblos a la explotación imperialista. Fue para eso que surgió el llamado Plan Marshall, de esclavización económica y política de Europa por el imperialismo norte-americano.
En verdad, bajo la dirección de Truman y Marshall se unen todas las fuerzas de la reacción que con el objetivo firme y claro de contener el avance democrático, especialmente en Europa, usan todas las armas y utilizan todos los recursos tácticos, desde el chantaje, el soborno, la extorsión hasta la presión económica y la explotación de las contradicciones internas de cada país y las que acaso existen entre ellos.
La conferencia de Varsovia
La situación así creada por la ofensiva imperialista fue particularmente sensible a los pueblos europeos, más directamente marcados por la reacción mundial y muy especialmente por aquellos pueblos donde la correlación de fuerzas sociales ya es claramente favorable a la clase obrera que a través de sus partidos políticos, como organización de vanguardia, ya está en poder o ejerce sobre el fuerte influencia por los representantes que poseen en las asambleas legislativas. Fueron los representantes de tales partidos que se reunieron en Varsovia para discutir la situación internacional especialmente en Europa, y buscar la mejor manera de unir sus esfuerzos contra los ataques del imperialismo norte-americano. Son los partidos comunistas –sobre los cuales ya pesa la gran responsabilidad de dirigir y defender los destinos de sus pueblos, y que sienten, justamente por eso, la necesidad urgente de unificar su acción política, su estrategia y su táctica, de coordinar sus esfuerzos a fin de enfrentar con éxito las maniobras de la reacción, retomar la iniciativa y pasar así a la ofensiva contra el imperialismo y el rebrote fascista de que éste utiliza- los que se reúnen a través de sus representantes más autorizados en la capital polaca.
Este es el verdadero significado de la histórica Conferencia de Varsovia, que marca, sin duda, un nuevo paso, y de los más considerables, en la gran lucha de los pueblos por la paz y la democracia, por el progreso e independencia nacional de cada pueblo, contra la explotación imperialista y el retorno del fascismo.
La Conferencia de Varsovia mostró a los pueblos del mundo entero lo que en estos días son las fuerzas de la democracia y el progreso.
Se reunieron en la capital de Polonia los representantes de nueve partidos comunistas apenas, pero que representaban más de 13 millones de comunistas, inmensa vanguardia política que dirige a su vez a decenas de millones de obreros organizados, además de otros millones de hombres y mujeres, de jóvenes y viejos, que ya lucharon contra el nazismo, que conquistaron la independencia de sus patrias y no están dispuestos a someterse a la explotación imperialista, millones de seres humanos que no se amedrentan con amenazas y chantajes de guerra, y que marcan la superioridad de las fuerzas de la democracia sobre las del imperialismo.
La declaración política dada a luz por los participantes de la Conferencia de Varsovia es particularmente importante por el análisis que hace de la situación mundial como igualmente por la firme disposición de quebrar las fuerzas del imperialismo.
“Se los partidos comunistas permanecen firmemente en sus posiciones –se dice en aquella declaración- si no se dejan intimidar, si permanecen valientemente en la defensa de la democracia, de la soberanía nacional, de la libertad y de la independencia de sus países, si saben, en la lucha contra las tentativas de esclavización económica y política de sus países, colocarse al frente de todas las fuerzas que estén dispuestas a defender la causa de la honra y de la independencia nacional, entonces ningún plan de esclavización de los países de Europa y de Asia podrá ser ejecutado”.
Con la declaración de Varsovia toma un nuevo impulso igualmente la lucha por el desenmascaramiento de los falsos socialistas y laboristas, de los traidores de la clase obrera hoy al servicio del imperialismo yanqui, como Leon Blum en Francia, Atlee y Bevin en Gran Bretaña, Shumacher en Alemania, Karl Rener y Scherf en Austria, Saragat en Italia, etc. que como dice aquel documento:
“se esfuerzan por ocultar la verdadera esencia rapaz de la política imperialista bajo la máscara de democracia y fraseología socialista, sin embargo, de hecho, continúan siendo, bajo todos los aspectos, defensores leales de los imperialistas, provocando la desintegración en las filas de la clase obrera y envenenando su futuro”.
La Conferencia de Varsovia señaló finalmente la necesidad urgente de estrechar y relanzar los contactos entre los nueve partidos comunistas europeos que se habían reunido, a fin de unificar la lucha de sus pueblos contra el imperialismo, vencer la complejidad de la situación más fácilmente y evitar que el enemigo explote las posibles contradicciones entre los pueblos que luchan hace siglos por la independencia nacional. Con tales objetivos fue creado el Buro de Información con representantes de los nueve partidos, teniendo por finalidad el intercambio de experiencias y “en caso de necesidad, la coordinación de actividades de los Partidos Comunistas en base al libre consentimiento”. La sede del Buró de Información será en Belgrado y por él será publicado un órgano mensual que se pretende pueda ser más tarde quincenal.
Es fácil imaginar la importancia política del centro de información, de intercambio de experiencias y de posible coordinación de actividades anti-imperialistas de las decenas de millones de seres humanos que aceptan la dirección de los nueve partidos comunistas, ahora con sede en Belgrado. Este centro será como el motor capaz de estimular la organización de las fuerzas democráticas contra el imperialismo y su sola creación ya constituye una seria advertencia a los gobiernos monopolistas que amenazan y chantajean con arrastrar en sus aventuras a los pueblos débiles y desprevenidos.
Los demócratas del mundo entero y particularmente los trabajadores y los comunistas de todo el mundo no pueden dejar de recibir con alegría la noticia de la creación del centro de informaciones en Belgrado. En el vemos elevarse la bandera gloriosa de la lucha por el socialismo, y no hay duda alguna que el órgano a ser publicado por el Buró de Información de Belgrado ayudará mucho a los pueblos del mundo entero a comprender la orientación política de la vanguardia más esclarecida del proletariado mundial fuertemente armada con la ciencia social verdadera del marxismo-leninismo-stalinismo.
Y es por eso también que se debe comprender que la reacción imperialista y la prensa a su servicio ya se lanzaron al ataque contra la Conferencia de Varsovia y particularmente contra el recién creado Buró de Información de Belgrado, desde luego apuntando como reencarnación de la Internacional Comunista.
Para deshacer la provocación ya tenemos hoy la palabra autorizada de Stalin, según la versión dada al público por el diputado laboralista inglés Ziliacus de la exposición que sobre el asunto mantuvo en Sochi, en el Mar Negro, con el gran jefe de los pueblos soviéticos. Dice Ziliacus que son casi textuales las siguientes palabras de Stalin:
“La Internacional Comunista desempeñó un papel importante en el establecimiento de relaciones entre los trabajadores de diferentes países, ayudó a desarrollar líderes entre los propios trabajadores. Pero hoy, la situación es diferente, en cierto número de países los Partidos Comunistas son poderosos representantes de amplios sectores de la población, tienen grandes responsabilidades, están profundamente enraizados en sus propios países y son dirigidos por hombres capaces. Sería una utopía extravagante intentar dirigir partidos desde algún centro común. Como lo entiendo, la declaración de los nueve Partidos Comunistas significa que los comunistas de aquellos países trabajan en común, por un lado para mejorar las condiciones de la clase obrera y del pueblo en general, y, por otro, para defender la independencia y la soberanía de sus patrias”.
Y completa Stalin su pensamiento:
“Sería una estupidez hacer andar para atrás la rueda de la historia… intentar formar una Internacional Comunista sería utópico y los comunistas no son utópicos”.
En efecto son tan diferentes por sus objetivos, por su contenido, por las formas de organización que adoptan la extinta Internacional Comunista y el recién formado Buró de Belgrado que sólo como una provocación policial sería posible cualquier confusión.
La Internacional Comunista surgió en 1919 como uno de los frutos de la Revolución de Octubre y como consecuencia también de la bancarrota de la II Internacional. Su tarea principal consistía en unir a los obreros revolucionarios de los diversos países, organizándolos en partidos verdaderamente marxistas-leninistas, capaces de luchar contra el social-chovinismo de los socialtraidores de la II Internacional, consistía finalmente en un auxilio para la promoción y consolidación, en todos los países en que fuera posible, de una vanguardia de los más destacados trabajadores organizados. La III Internacional unía y movilizaba a los trabajadores en defensa de sus intereses económicos y políticos y para la lucha contra la reacción, el fascismo y la guerra, que este último preparaba y para el apoyo a la Unión Soviética, como el principal baluarte de la causa de Paz y del Antifascismo.
El cuño característico de la Internacional Comunista residía en el sentido de disciplina voluntariamente aceptada y de los fuertes lazos de cohesión que unían a los partidos afiliados al centro que decidía por su Congreso Mundial, instancia superior de la Internacional Comunista, sobre todas las cuestiones esenciales, de programa y de táctica. En la ocasión del II Congreso de la I.C. Lenin afirmaba:
“El Congreso creó en los PP.CC. de todo el mundo una cohesión y una disciplina como jamás existieron anteriormente y que permiten a la vanguardia de la revolución obrera continuar marchando para el frente a pasos agigantados hasta su gran objetivos: la destrucción del yugo de capital” (Vol. IV, pág. 361 – Obras Escogidas).
Solo así realmente podría la nueva organización obrera cumplir su formidable tarea de organizar y educar a la vanguardia revolucionaria del proletariado, tarea histórica que fue sin duda llevada a buen término y que tuvo, como lógica consecuencia, la disolución espontánea de la propia organización, cuando en 1943, dada la nueva situación del mundo, no se justificaba más su existencia. Cumplida la heroica misión de la Internacional de Lenin, estaba en 1943, su forma de organización ya superada, como claramente fue dicho en la época por el Presidium del Comité Ejecutivo en la resolución que se convirtió en pública:
“Guiados por el juicio de los fundadores del marxismo-leninismo, los comunistas jamás apoyaron la conservación de formas de organización que sobrevivieran a su utilidad. Siempre subordinaron las formas de organización del movimiento de la clase obrera en su conjunto a las peculiaridades de la situación histórica concreta y a los problemas que resultan inmediatamente de esta situación. Los comunistas recuerdan el ejemplo del gran Marx, que se unió a los más destacados trabajadores en las filas de la Asociación Internacional de los Trabajadores, y, cuando la Primera Internacional cumplió su tarea histórica, de colocar los cimientos para el desarrollo de partidos de la clase obrera en países de Europa y América, y, en consecuencia de la situación de madurez que creaba partidos nacionales de la clase obrera, disolvió la Primera Internacional, puesto que esta forma de organización ya no correspondía a los problemas que tenía en frente”.
El desarrollo histórico, el propio crecimiento de los Partidos Comunistas, la madurez política de sus cuadros dirigentes, además de la complejidad de la situación mundial, volvió perjudicial e inútil, de modo evidente, la existencia de la Internacional Comunista como centro rector del movimiento mundial de la clase obrera. Hoy, cuatro años pasados de aquella disolución espontanea, pretender volver a la misma forma de organización, sería querer hacer andar para atrás la rueda de la historia, como dice Stalin, sería una tarea utópica y reaccionaria.
El Buró de información, con sede en Belgrado, tiene objetivos diferentes de los de la Internacional Comunista. No posee ni de lejos aquellas características de cohesión y disciplina a que se refería Lenin.
Respondiendo recientemente a una entrevista de “United Press”, Luiz Carlos Prestes así hablaba sobre el Buró de Belgrado:
“El Buró de Información creado por la Conferencia de Varsovia coloca el intercambio de experiencias y la coordinación voluntaria de sus esfuerzos, a fin de vender de manera más fácil viejas contradicciones entre sus pueblos (de los nueve Partidos) y unirlos mejor contra la agresividad del imperialismo, en defensa de la paz, de la soberanía nacional de cada pueblo, de la democracia y del progreso”.
Y más adelante:
“La propia organización del Buró ya es un enseñanza, porque sólo se impedirá la guerra luchando unidos y desenmascarando imperiosamente a los provocadores de guerra. Es claro que las divergencias entre estos provocadores de guerra y los pueblos que quieren la paz aumenten cada vez más, es un antagonismo que se profundiza y cuya superación, que será el aplastamiento de los restos fascistas provocadores de guerra, se vuelve más próxima”.
La Internacional Comunista fue en su tiempo un centro eminentemente revolucionario, organizador y dirigente de la lucha del proletariado contra la burguesía que predominaba en el gobierno de todos los países, excepto la Unión Soviética. Hoy, al contrario, el Buró de Información de Belgrado es una organización de partidos que están en el gobierno y que se congregan para unificar mejor la acción de sus pueblos contra la agresividad del imperialismo americano y de sus lacayos en cada país que perdieron sus viejas posiciones en el aparato estatal y asisten a la destrucción por sus pueblos, al final libres y señores de sus destinos, de las bases económicas en que reposaban por siglos su fuerza.
El Buró de Belgrado y los PP.CC. de América Latina
Pero si el Buró de Información de Belgrado está abierto a la adhesión voluntaria de los demás Partidos Comunistas del Mundo, ¿qué actitud debe ser tomada por los comunistas de América Latina y, más particularmente, por el Partido Comunista de Brasil?
Luiz Carlos Prestes, aún en respuesta a los requerimientos de “United Press”, definía de manera más clara e incisiva nuestra posición, en relación de la pregunta que trataba de la invitación de Luigi Longo, del Partido Comunista Italiano, para que los PP.CC. se adhieran al Buró:
“La invitación de Longo –dice Prestes- es naturalmente dirigida a los demás Partidos Comunistas europeos, de aquellos países donde la correlación de fuerzas sociales es igualmente favorable a la clase obrera. El caso brasileño, como los demás partidos americanos, es completamente diferente”.
De hecho, la situación de los pueblos latino-americanos es muy diferente a la de los pueblos europeos. La correlación de fuerzas sociales es aún brutalmente favorable en América Latina a la reacción, a la burguesía reaccionaria, a los grandes propietarios de la tierra, latifundistas, a los financistas agentes del capital extranjero, especialmente norte-americano.
Pero el enemigo principal de la clase obrera y de los pueblos latino americanos es el imperialismo yanqui, que nos oprime y nos esclaviza. Precisamente por eso, los comunistas latino-americanos no pueden dejar de recibir con inmensa satisfacción la iniciativa de la Conferencia de Varsovia y con grandes esperanzas la noticia de la creación del Buró de Belgrado, que bien traducen la ofensiva de las fuerzas democráticas contra la agresividad imperialista. El Buró de Belgrado hará conocer al mundo entero la orientación política de la vanguardia más esclarecida del proletariado mundial y es precisamente en eso que está su mayor importancia para los comunistas latino-americanos.
Imaginar una organización semejante de los Partidos Comunistas de América Latina, en el momento actual, o pensar en una adhesión al Buró del Belgrado a nosotros nos parece perjudicial a la lucha de liberación nacional de nuestros pueblos contra la explotación imperialista.
Está en el orden del día para los pueblos del continente americano la discusión y la solución del estado de empobrecimiento y de miseria, de la decadencia física, del analfabetismo, de la salud, de la estúpida explotación de los banqueros extranjeros y de sus agentes, los grandes terratenientes y la burguesía reaccionaria, debatir y enfrentar la terrible situación en que se encuentra la mayoría aplastante de la población de nuestro país. Esa es nuestra tarea histórica, es el objetivo común que a nosotros los comunistas latino-americanos nos debe ligar y unir, también al proletariado norte-americano, la formación de un frente común de todos los patriotas y demócratas, independientemente de la clase social a que pertenezcan contra el opresor imperialista y por la emancipación nacional de nuestras patrias.
Los comunistas latino-americanos tienen hoy, como misión indeclinable, colocarse al frente de sus pueblos para la lucha anti-imperialista e, interpretando el sentimiento de progreso, democracia e independencia que tan vigorosamente han revelado, reunirlos en conferencias o Congresos, para actuar más eficazmente contra el enemigo común.
Las condiciones para iniciativas de tal naturaleza solo podrán surgir, sin embargo, en la medida en que, en cada país del continente, nosotros, los comunistas, sepamos luchar efectivamente por la paz, por el bienestar de nuestros pueblos y por la soberanía de nuestras naciones. Día a día aumenta en el continente la explotación del capital financiero colonizador y los acontecimientos de los últimos meses en casi todos los países latino-americanos revelan suficientemente las intenciones siniestras del imperialismo, que emplea todos los recursos, del chantaje de guerra al soborno, de la presión económica y política a las formas más sutiles de penetración, a fin de dominar completamente nuestros pueblos, saquear nuestras riquezas y, finalmente, utilizar nuestros hijos como carne de cañón en sus aventuras guerreras contra los pueblos libres en marcha al socialismo, particularmente contra los pueblos de la Unión Soviética.
Sería un crimen, frente a tales actos, quedar de brazos cruzados, apáticos y pasivos. Como dice, con razón, la declaración de los nueve Partidos reunidos en Varsovia:
“El principal peligro para la clase obrera consiste en la subestimación de sus propias fuerzas y en la sobreestimación de la fuerzas del campo imperialista… Los Partidos Comunistas deben encabezar la resistencia a los planes de expansión imperialista y de opresión bajo todos los aspectos, política, económica e ideológica. Se deben concentrar y unir sus esfuerzos en base a un programa común democrático y anti-imperialista y reunir en torno de ellos todas las fuerzas democráticas y patrióticas del pueblo”.
En esta lucha contra el imperialismo es inmensa la responsabilidad que pesa sobre los hombros de los comunistas brasileños. Esto se debe, no solamente a la importancia de Brasil como mayor y más poblado país del continente, sino también a su posición geográfica y estratégica, camino forzado entre los EEUU a África y Europa, se debe aún a las riquezas mineras que posee, inclusive el petróleo, además de hierro, manganeso, cristales, etc. Aún más, nuestro pueblo es uno de los más explotados del continente y fue sin duda, nuestra economía la que más sufrió desde 1929 con el inicio de la crisis general del capitalismo que, sumada a la crisis agraria crónica, trajo al país la difícil situación económica y financiera en que hoy se debate y que sólo puede ser resuelta a través de profundas reformas en la estructura.
En vista de esas circunstancias, sólo la pasividad o el oportunismo, sólo una total incomprensión de la situación y una inconcebible incapacidad para ligarse a las grandes masas explotadas y oprimidas pueden explicar, junto con la conocida falta de organización de masas en que aún nos encontramos en Brasil, el actual avance de las fuerzas del imperialismo yanqui en el país y los golpes sucesivos contra las conquistas democráticas más elementales y la Constitución de 1946.
Es nuestro deber, sin embargo, no escatimar esfuerzos para detener la marcha de la reacción en Brasil. Para ello se vuelve, de principio, indispensable comprender bien la actual situación nacional y mundial, y también, que ya estamos en 1947 y no más en 1945. La presente situación es completamente distinta de aquella en que se hallaba el mundo al alcance de la legalidad para nuestro Partido. En aquella época, la victoria militar sobre el nazismo aseguraba un poderoso y rápido avance de las fuerzas de la democracia y aquí en Brasil lo esencial era garantizar el camino pacífico de la reconstitucionalización del país, evitando cualquier pretexto que pueda servir a los restos fascistas para restaurar la dictadura y ahogar la Nación con un baño de sangre, como llegó a ser intentado el 29 de octubre. Hoy la situación es otra, los campos imperialista y anti-imperialista están bien marcados en Brasil, sólo a resta los demócratas y patriotas enfrentar con coraje la ola reaccionaria e imperialista sin miedo de que la lucha, sean cuales quieran las consecuencias, pueda efectivamente servir para cualquier cosa peor que la dictadura terrorista de Dutra que, al servicio del imperialismo norte-americano, aplasta las conquistas democráticas de nuestro pueblo, rompe la Constitución y vende a los banqueros extranjeros las riquezas de la Nación.
Sepamos evitar con inteligencia las provocaciones, pero tratemos de ligarnos al pueblo, a las grandes masas trabajadoras de las ciudades y los campos, a fin de impulsarlos sin recelo en la lucha por sus reivindicaciones más inmediatas, económicas y políticas, en la lucha contra la miseria y el hambre, contra el terror policial, por los derechos constitucionales, como también contra los explotadores extranjeros y los gobernantes que entregan Brasil a la colonización imperialista.
En la defensa de la democracia y de la Constitución precisamos mostrar al pueblo la necesidad imperiosa de no ceder un paso sin lucha, sin protesta, sin enfrentar con coraje y de forma cada vez más vigorosa cualquier atentado de la reacción. Es indispensable desenmascarar sistemáticamente las maniobras del imperialismo y de sus agentes en el gobierno del país. Mostrar particularmente, el verdadero sentido de lucha contra el comunismo que es, antes que todo, una lucha contra el progreso y la democracia. El reciente acto de Dutra rompiendo relaciones con la URSS requiere ser pacientemente analizado para que las grandes masas puedan comprender su verdadero sentido. Un gobierno incapaz de resolver los problemas más apremiantes, un gobierno impopular, que se debate entre las más profundas contradicciones de la clase dominantes y que precisa acabar con la democracia para vender la Patria más fácilmente a los banqueros yanquis, busca en la ruptura de relaciones con la URSS la manera de engañar a la opinión pública, exaltar un falso patriotismo que supone le puede ayudar a crear un ambiente de desorden que justifique, además de masacrar a comunistas y demócratas, la suspensión de las garantías constitucionales.
En esta lucha enérgica, persistente, valerosa y sistemática en defensa de la democracia y contra el imperialismo, se hace menester también saber desenmascarar a los falsos demócratas, a los capitulacionistas y cobardes que aprovechan todos los pretextos y todas las oportunidades para servir a los liberticidas, a los traidores y a la dictadura terrorista de Dutra. Suficientemente flexibles para no dejarnos aislar, sabiendo marchar con todos los que en cualquier momento defiendan la Constitución, debemos sin embargo, nosotros los comunistas, ser implacables en el desenmascaramiento de los demagogos, de los “izquierdistas”, y “socialistas”, de los que se sirven por táctica los agentes del imperialismo, tal como lo hacen en Europa con los jefes de la social-democracia.
Nosotros los comunistas brasileños, al conmemorar festivamente el 30° aniversario de la gran Revolución de Octubre, podemos sentirnos orgullosos del trabajo ya realizado en la organización y educación del pueblo. Pero es necesario subrayar y debemos comprender que es mucho mayor la tarea a realizar a fin de liberar a nuestro pueblo de la explotación imperialista y de la opresión cada día mayor de la dictadura terrorista de Dutra y sus secuaces y conquistar la independencia nacional. La Constitución y la democracia no serán defendidas con éxito si nos quedamos de brazos cruzados. Marchemos al encuentro del pueblo, liguémonos estrechamente a las grandes masas trabajadoras, ayudémoslas a organizarse, luchemos juntos, favoreciendo la más amplia Unión Nacional para protestar contra la dictadura, frenar el avance de la reacción e impedir a esclavización de nuestra Patria por el imperialismo. Será así, resistiendo con denuedo a la reacción y al imperialismo que conseguiremos la solución pacífica para los grandes problemas nacionales y aseguraremos la marcha de nuestro pueblo por el camino de la Paz, del progreso y de la democracia.
Tomado de: https://serviraopovo.wordpress.com/2017/09/04/no-30-o-aniversario-da-revolucao-de-outubro-pedro-pomar-1947/